miércoles, 29 de julio de 2009

Vocación. post I

Primero, ¡Felices fiestas patrias! -claro, si en realidad crees que es merecible que sean felices- por estas fechas muy celebradas. Pero, ¿quiénes lo celebran más?, ¿las viejesillas que suben a los carros a vender caramelos?, o tal vez, ¿los delicuentes, sean con título profesional y que saben las artimañas "legales" de cómo hacer dinero rápido y fácil, también pueden ser los que no consiguieron el título porque se olvidaron de darles educación?. En fin, todos celebramos: buenos y malos de diferentes modos pero por el país, no lo creo; celebramos los feriados, celebramos las vacaciones y el hueveo por las fechas.
Si hubiese escrito el primer post en este blog (cuando se creó) un día antes, quizá celebraría junto con la Patria (ella por un año más, y yo por dos meses de este blog), pero utilizaría ese día para celebrar lo mío, lo de mi blog, mas no el "cumpleaños" de algo tan subjetivo. Sin embargo, con eso ya haría como los demás o como otros que usa la patria de pretexto para realizar muchos pero muchos errores. Como se ha visto a lo largo de la historia, aun me cuesta mucho aceptar que no estoy tan contento, los hechos que marcan la historia de esto son mas bajos que altos, y cuando los hubo no hicimos nada por levantarnos más.





(...)

Ahora con el verdadero tema, la vocación ya no me da el visto bueno de seguir con lo mio. Me he dado cuenta que he perdido vocación de amante, será porque nunca lo tuve; que he sacado de mi codigo psicológico el romántico pensamiento de cómo es el amar o querer a otra persona a parte de la familia. Ya no encuentro con mucha facilidad la meta trasada que algún día me lo propuse, pero en realidad mi vocación me dice que cuánta de convicción hubo en tomar ese fin como una meta, cuánta fue tuya la decisión de seguir lo que estoy siguiendo. Acaso son las presiones o los miedos sociales los que controlan algo que tuve que buscar en los últimos años de mi vida, cuando en realidad debi buscar en toda mi vida.
No encuetro explicación, pues casi al final de todo lo que tenga que hacer me desanimo más en llegar a ese final, y no porque no quiera acabarlo, sino la fatiga o tal vez el miedo a las consecuencias. Lo que sé es que al final de cada ciclo, temporal o periodo de algo a lo largo de un camino subjetivo, como lo es este monólogo, hay un breve descanso, casi muy corto una nanounidad de tiempo para tomar aire y ventilar las respuestas y recargar energía anímica.
La vocación que no conozco me habla para buscar cuán amante puedo ser al amor, sabiendo de su imperfección; a la meta del camino que se sigue, sabiendo que demanda esfuerzo; a la fidelidad, sabiendo que son pocos (tres) tus amigos; al amar, sabiendo que amas a alguién que no conoces. Es mi vocación que no conozco, que hace que este monólogo sea tan idealista como lo que me estoy convirtiendo.
Mi vocación no encontrada me llama a elegir una poesía que a una reacción intermediaria en el ciclo de Krebs, me llama a la filosofía subjetiva que a una decisión que debo tomar desde un punto epistemológico. Y terminando, me doy cuenta las confusiones agenas a un tema si se las deja libres se convierten en una epidemia que invaden los otros temas a los cuales les contagia tales confusiones. Tan confusas estas ideas sueltas, porque libres están, han invadido los más sensibles agentes de busqueda de mi vocación. Mi vocación de amante del amor de perdió, ya no amo y me he convertido en una máquina de caretas amorosas de sabor canalla y verdugo de ilusiones, de mis propias ilusiones.
Mi vocación me habla,
mi vocación y el mismo error,
mi error es tan complejo que mi vocación,
mis dias y el mismo error,
mi vocación es la de errar,
mi vocación ya no es amar.

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